Publicado el 12/08/2013 por Daniel Grifol
Me gustaría compartir con vosotros una reflexión ahora que está tan de moda ser emprendedor y construir negocio sobre sólidas ideas geniales. O más bien está de moda hablar de ello, porque solo una infinitesimal parte de la gente que habla acerca de cómo conseguirlo lo consiguen.
Expongo mi punto de vista: yo he trabajado en varias startups. Todas, evidentemente, perseguían ganar un montón de dinero, pero los recursos de los que disponían eran diferentes.
De esta experiencia difiero cuatro arquetipos de emprendedores cuyos proyectos fracasan o no van todo lo bien que debieran y que creo que son bastante habituales.
Algunos tienen ideas geniales, pero no tienen un plan de financiación sólido detrás.
Solo ven las inversión necesaria para poner en marcha el proyecto “hasta que de dinero”, pero no son conscientes de que hace falta invertir en publicidad, que quizás la idea tarde más tiempo del previsto en cristalizar, que hay que pivotar el producto antes de lanzarlo o simplemente que hay cosas que pueden salir mal.
Confían en que su idea dará dinero en un cierto tiempo. Si este periodo de tiempo se dilata, su empresa muere.
Otros creen que su producto es bueno, tan bueno que no necesita publicidad.
Todo el mundo se dará cuenta de lo bueno que es. Aún no existe nada parecido en el mundo y a todo el mundo le encantará en cuanto lo vea. La palabra clave es “aún”. No tengo más que decir que Facebook no fue la primera red social, en gran medida copió lo que funcionaba de otras redes, implementó unas mejoras e invirtió más dinero y más deprisa que su competencia.
Quizás las hamburguesas del bar de tu primo sean deliciosas, pero solo la familia conocéis dónde está su local en las afueras.
Algunos ven clara su idea.
Ven el camino tan diáfano, ven tan clara que no miden correctamente el trabajo que lleva detrás su idea. Desarrollar un proyecto no implica sólo el proyecto en sí mismo, tiene una serie de raíces y ramificaciones que son difíciles de ver sin experiencia. Es algo que les pasa mucho a los freelance. Piensan: si hay mucho trabajo de lo mío y cobro 50$ la hora, me voy a hacer de oro. No contemplan el tiempo necesario para conseguir y gestionar clientes, para crear y mantener su infraestructura de trabajo, la formación necesaria para mantenerse actualizado...
Al final la mayoría de los freelance viven dignamente, pero no son ricos ni mucho menos.
Por último, los hay que tienen mucho mucho dinero pero no son capaces de ver que su idea no es buena.
Un clásico de los inversores de capital riesgo que gustan de fundar startups. Fichan a los mejores para desarrollar una idea. Pueden invertir en crear un equipo fantástico de profesionales que lleven a la práctica el proyecto de una manera impecable invirtiendo el tiempo que sea necesario. Tienen pasta para aburrir y pueden tener presencia en todos los canales publicitarios incluidos anuncios en televisión.
¿Habeis visto los anuncios de un juego que se llama Pirate Storm? ¿Lo habéis probado? Es un juego que no triunfará jamás porque detrás no hay una buena idea, hay una serie de fórmulas de gamificación que funcionaron muy bien para Zynga hace años, pero que ya no dan un resultado tan espectacular.
Todo esto no significa que tu idea no pueda triunfar ni que necesites un montón de dinero y un equipo de 10 personas para poder desarrollar tu proyecto. Significa que debes tener una visión periférica y conocer de antemano los obstáculos con los que te vas a encontrar si decides lanzarte al mar de los emprendedores y comprobar si eres capaz de nadar.