Publicado el 25/02/2013 por Daniel Grifol
Recuerdo la primera vez que pensé en esto seriamente. Entonces trabajaba como programador en un estudio de videojuegos. Estábamos reunidos, sentados a la mesa un diseñador, un artista gráfico, un guionista, un músico y yo. Al salir pensé "ahí dentro todos eran artistas menos yo, esto que hacemos debe tener algo de arte".
Desde ese día he tenido varias conversaciones sobre si los videojuegos son un arte o no. Es lógico pensar que haya gente que piense que no lo son y su opinión es respetable y comprensible. También hay gente que considera que la fotografía no es un arte, y desde luego dudo mucho que a finales del siglo XIX hubiera mucha gente que pensara que hacer una foto podría ser equiparable a pintar un cuadro.
Creo que estamos asistiendo ahora al nacimiento del videojuego como arte, no sólo como industria, y creo que esta tendencia se consolidará en los próximos decenios. En 2012 se concedió el premio Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades a Shigeru Miyamoto, pero no me extrañaría nada que dentro de 10 años concediera a Fumito Ueda el de las Artes. También en 2012, el Museo de Arte Smithsonian albergó una exposición sobre el arte de los videojuegos.
Los videojuegos son un vehículo a través del cual una persona puede expresarse y compartir con el mundo lo que guarda en su imaginación. Los videojuegos pueden hacerte vivir experiencias diferentes. Los videojuegos estimulan no solo tu vista y oído, sino que pueden transportarte a otro mundo.
Y, desde luego, los videjojuegos pueden transmitir emociones: cada vez que oigo el tema de Sephiroth de Final Fantasy 7 se me pone la piel de gallina, cada vez que pienso en la muerte de los colosos de Shadow of the Colossus siento una profunda pena y seguro que hay gente que tiene pesadillas después de jugar a Dead Space (en mi caso Rules of Rose, aunque era un juego bastante malo, me dejo bastante traumatizado). Y sorprendentemente, hace unos meses mientras jugaba al Guild Wars 2, sentí melancolía al recorrer las ruinas de lo que había sido mi casa en en Guild Wars 1.
¿No es precisamente eso lo que esperamos del arte?
No me malinterpretéis, no estoy diciendo que todos los juegos sean obras de arte. Hoy en día hay unos pocos, apenas un puñado, que merecen ser recordados y muchos que caen en el olvido. En este aspecto, los videojuegos me recuerdan mucho al cine. Estrenan centenares, si no miles, de películas al año. Algunas son buenas, otras nefastas pero, ¿realmente cuántas consideraríais obras de arte?
Pues precisamente eso pasa con los videojuegos, solo considero obras de arte un puñado de ellos y hay que considerarlos dentro de su contexto histórico. Yo no diría que Zelda: Ocarina of Time o Final Fantasy 7 son obras de arte si fueran publicados en 2013, pero cuando vieron la luz fueron hitos extraordinarios y, todavía hoy, gente que nunca había jugado y los prueba comprenden que están ante algo especial.
Si jugáis habitualmente, intentad ver las "maquinitas" con otros ojos y aprended a diferenciar entre un videojuego que solo persigue diversión por diversión y otro que realmente pueda ser considerado arte.
Si no jugáis nunca y pensáis que un juego no puede ser equiparable a un cuadro, una escultura, un buen libro o una película de Oscar, os recomiendo deshaceros de los prejuicios e intentar vivir la experiencia de un videojuego que os atraiga con la mente abierta y ganas de descubrir lo que puede haceros sentir.
No cerréis la puerta porque quizás os estáis perdiendo experiencias maravillosas.