Publicado el 27/12/2012 por Belén Nieva
Parece obvio que los hábitos de consumo están cambiando y más aún cuando vemos televisión. Eso de tener el iPhone o el iPad entre tus manos cuando ves relajadamente la tele desde tu sofá está a la orden del día -y muchos no somos conscientes, surge como algo natural-.
Internet no nos distrae mientras visualizamos una serie, programa o película. Todo lo contrario. Lo que nos hace es aportar más valor al contenido de la llamada "caja tonta".
Ya son pocos los programas de televisión que no implican al público a través de las redes sociales. Ejemplo de esa implicación es la que hace Telecinco en todos sus programas y canales. Como si de una mosca se tratase ahora también pone el hashtag con el que quieren que la gente hable en Twitter (ejemplos: #elprogramadear y #belenestebanvuelve).
La pasividad que antes describía al telespectador ha cambiado. El afán de protagonismo y el sentimiento de "estar en el mundo" cada vez se apodera más de nosotros. Queremos opinar, criticar, escuchar recomendaciones, calificar las películas, elegir y estar al tanto de lo que la televisión ofrece. Eduardo Prádanos, experto en Transmedia y amigo, lo llama "la era del espectador 3.0".
El mismo que tilda al espectador de 3.0 llega a la conclusión que el modelo de medición de audiencias está obsoleto. "Los cada vez más criticados audímetros no contemplan -obviamente- esta nueva corriente de ‘espectadores sociales’, todos aquellos que comentamos lo que vemos en televisión a través de redes sociales lo que vemos en la pequeña pantalla", señala.
Para medir este ‘share social’ han surgido dos empresas con las que Prádanos conversó. Se trata de Global In Media y Tuitele.